La vida es constante cambio. El universo se halla en una transformación perpetua como las olas o las mareas del mar. Ese movimiento es una de las maravillas de la vida. Y, nosotros como hijos de la naturaleza, estamos hechos para disfrutar de ese ritmo.
Primero somos niños efervescentes y juguetones; luego, jóvenes llenos de energía y ganas de descubrir. Más tarde, la madurez nos permite emprender proyectos a nuestra medida. En la vejez, la paz y la ecuanimidad nos da la capacidad de disfrutar de las cosas pequeñas… Cada etapa cierra una puerta, pero abre otra. Se trata de la renovación constante de la vida.
Fuente: laexpansiondelser.com