¡Hola, amig@s!
Hoy os presentamos un texto sobre la autoexigencia y el malestar emocional que supone: “El tirano interno”. Espero que os guste.
¡Un abrazo!
En nuestra sociedad están muy bien valoradas las personas perfeccionistas: aquellas que son percibidas como unas trabajadoras incansables, muy productivas y que suelen obtener muy buenos resultados, por los cuales son admiradas.
No hay ningún problema en desear dar lo mejor de uno mismo y optar a tener los mejores resultados posibles, del mismo modo que también es válido no aspirar a destacar en todo y conformarse con resultados más modestos.
El problema está cuando detrás de esta aspiración se esconde la autoexigencia, que nos impone la creencia irracional de que debemos hacerlo todo perfecto sí o sí y que jamás debemos cometer ni un solo error, por nimio que sea, porque lo contrario significará que somos lo peor, que somos inútiles, que somos un fiasco, un fraude, un cero a la izquierda.
Esta creencia provoca que algunas personas desarrollen un “tirano interno”, una especie de diablillo desagradable que busca el perfeccionismo no sólo aspirando a hacer las cosas de manera excelente, sino poniendo el foco en cualquier supuesto fallo, equivocación o problema. No importa la cantidad de actividades que hayas resuelto exitosamente en el día, ni todos los objetivos y retos que hayas conseguido en tu vida hasta ahora, ni tampoco que termines ja jornada exhausto después de haber lidiado con varias situaciones en el trabajo o en tu vida personal: el tirano interno se dedicará a señalar cualquier error insignificante (un despiste, algo que no hayas tenido tiempo material de realizar, alguna pequeñez que haya escapado a tu control), a magnificarlo y terribilizarlo. A la vez, ese tirano te dirá lindezas como que es culpa tuya, que no haces nada bien, que eres un desastre, que eres un inútil…Sólo creará frustración, culpa, inseguridad…Y todo ello sin tener ningún sentido.
Aprendamos a identificar esa voz desagradable y a ser conscientes de que lo que nos dice es totalmente injusto, falso e irracional. ¡¡No le hagamos ni caso!!
No nos ayuda a motivarnos, no nos ayuda a “mejorar”, no es útil para sentirnos bien y lo que nos dice no es cierto.
Pongamos el foco en todo aquello que sí hacemos bien o medianamente bien, valoremos todas aquellas actividades que llegamos a realizar a lo largo del día, todos los logros, grandes y pequeños, de nuestra vida. Reconozcamos nuestro esfuerzo, y aceptemos de una vez que lo normal es no llegar a todo porque somos humanos, porque somos falibles, porque todos nos despistamos de vez en cuando, y a veces no damos abasto y cometemos algún error. Y otras veces nos desmotivamos o acabamos agotados y no cumplimos lo que nos habíamos propuesto, y posponemos nuestras tareas, y a veces desistimos y sentimos que nos caemos…¡porque somos seres normales!
Y aun así cada uno de nosotros seguimos siendo únicos, seguimos siendo importantes, seguimos teniendo potencial y capacidad para hacer cosas valiosas, y podemos continuar adelante sin ninguna necesidad de ser máquinas perfectas.
Helena Pérez Fuster
Psicóloga colaboradora del Equipo de Terapia Breve de Rafael Santandreu.
Psicólogo iluminado, práctico estoico como el que más. Racional a tope, llegará muy, muy lejos. Tendrá adversario que no entienden nada, a oscuras. Su labor es encomiable para ayudar al mundo a recuperar su salud mental altruistamente, para mí es un ser muy especial y querido, y le estoy muy agradecido. Su nombre está escrito en el cielo en letras de oro. Soy médico de familia.
Un artículo muy interesante.
Gracias por tu comentario!!
Un abrazo!