En el mundo de la meditación —reflexión, visualización, oración o como queramos llamarlo— existen diferentes niveles de profundidad. Y el estadio más profundo es algo más que un razonamiento lógico, una comprensión o una convicción: es una experiencia interior.
Las visualizaciones cognitivas —o espirituales— más profundas son tan potentes que es bastante habitual acabar llorando de emoción. Incluso las personas menos dadas a mostrar emociones, cuando llegan a esos niveles, rompen en lágrimas como niños. Y eso es bueno. Nos indica que estamos experimentando emociones dulcemente desbordantes, y cada uno de esos momentos está dejando una huella en nuestra psique. Ésos son los psicofármacos más potentes que existen.
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Fuente: rincondeltibet.com

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